Visitamos el Palacio Ducal, y las prisiones, cruzando el famoso Puente de los Suspiros. Su poético nombre se debe al suspiro que según se cuenta soltaban los presos al trasladarlos del palacio Ducal, donde se les juzgaba, a las prisiones. En este trayecto, se cruzaba el puente, que tiene unas pequeñas ventanas. Los presos, al ver por última vez la luz del sol, suspiraban. Lo cierto es que nos contaron que cuando se construyó el puente las prisiones ya no se utilizaban, pero en fin...
La vuelta a Venecia en barco, larguísima. Nos confundimos, y fuimos bordeando toda la laguna hasta volver a Venecia. Tardamos casi 2 horas en llegar. Ya en Venecia, dimos otro paseo por la ciudad, cenamos, y volvimos al hotel, porque al día siguiente pronto teníamos que volver a Bergamo para coger el avión de vuelta a Valladolid.
En definitiva, un bonito viaje.